EL PODER DEL #YOPUEDO

¿Te ha pasado que escuchas la famosa frase "el querer es poder" y dices “meh, hay muchas cosas que quiero, pero son imposibles”? A mí me pasaba todo el tiempo. En esta montaña rusa que ha sido mi vida los últimos meses, desde que decidí empezar a ver hacia adentro en lugar de estar buscando la felicidad afuera, entendí que mi principal obstáculo entre mis sueños y yo, he sido yo misma.

Me quedó clarísimo esta semana. Hace unas semanas decidí dar un salto al vacío y soltar el trabajo que había tenido los tres últimos años por seguir mis sueños. Los comentarios fatalistas no se hicieron esperar, sin embargo, en mi corazón sentí que hacía lo correcto así que me aferré a mi plan. Pasados unos días, las vocecitas en mi cabeza empezaron a murmurar las mismas cosas que otras personas me estaban diciendo y justo cuando empecé a escucharlas, cual película del Aro, entró una llamada… Ok, ok, no fue Samara a decirme que me quedaban 7 días, fue una persona maravillosa ofreciéndome una oportunidad extraordinaria que me acercará más a cumplir mis metas.

Creo que la diferencia entre buenas y malas noticias radica en tu actitud al recibirlas. Ya que yo estaba en charlas conmigo misma de no creerme el cuento de que merezco cosas espectaculares para mí, esta llamada no fue precisamente motivo de alegría, ya que los requisitos para firmar tan delicioso contrato me pondrían a correr y a correr en serio.

Tenía dos opciones: sentir que era imposible y dejar que alguien más aguerrido fuera el afortunado ganador de un sueño cumplido, o sacudirme la malparidez existencial e ir por lo mío. Y aunque estuve haciendo pataleta un rato, al final, mi Yo valiente, fuerte y segura tomó las riendas del asunto y se lanzó al ruedo.

Lo primero fue repetirme 10567 veces frente al espejo la frase #YoPuedo, como un mantra personal, hasta comerme el cuento de que lo iba a lograr por más difícil que pareciera, así, plenamente convencida de que sería capaz de hacerlo posible, me puse en acción, aun cuando no viera la luz al final del túnel, aunque no puedo negar q tuve mi momento de “pseudo-pánico” porque las cosas no parecían salir como yo quería, al final entendí que la misma energía que gastaba en quejarme y sufrir por no tener los resultados que quiero, la puedo usar en hacer lo que se requiera para girar al juego a mí favor. Contarte las mil peripecias que hice no tendría tanto valor como compartirte lo que aprendí, es que no hay nada más sabroso que gritar LO LOGRÉ, cuando te costó muchísimo llegar a la meta, porque aceptémoslo, el viaje no es el mismo en coche que trotando y sudando la camiseta.

¿Y cuál fue mi gran lección? Que una vez te quitas el no puedo y te convences de que eres totalmente capaz de cumplir tus objetivos, nada te va a quedar grande (salvo la ropa cariño). La clave está en respirar, ver el obstáculo de frente, sin sentir que es imposible superarlo, e inventarte las mil y una formas que se requieran para superarlo ¡todo vale! Por arriba, por abajo, de ladito, como sea, si ya sabes que como lo estás haciendo no te funciona, ¡reinventa!

Hoy quiero invitarte a que aceptes el reto de hacer lo que quieras hacer, creyendo en ti. Tienes toda la capacidad de superarte a ti mismo, siempre que decidas hacerlo. No importa cuántas veces tengas que desbaratar el plan y volverlo a armar, al final los tropezones son los que nos indican que por ahí no es el camino. Si tu objetivo es claro y confías en ti mismo, no hay quien te pare.

@mambo_rose